En la naturaleza, la luz actúa como una advertencia al micelio de que debe formar hongos para que sus esporas puedan dispersarse en un ambiente abierto. La luz juega un papel importante en el alargamiento del pie y en el desarrollo del capuchón del hongo. Las condiciones ideales de iluminación (intensidad y longitud de onda) varían de una especie a otra. La luz indirecta del sol, o la luz filtrada por el dosel del bosque, se considera ideal para los hongos del bosque. El fotoperíodo y las longitudes de onda específicas aún no se han establecido para todas las especies de hongos. La luz solar directa o la luz de alta intensidad es perjudicial para el micelio. Las luces de neón no dañan el micelio y pueden ser utilizadas para el cultivo en interiores.
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